Porque tú, del dolor, tú sabes más que nadie.
Han llegado las flores y con ellas el llanto…
Y están tocando a mares golondrinas del sueño.
Y me crece en la huella un charco de geranios.
Esta vez es mi casa el jardín prometido…
para cortar la rosa con pétalos de sangre.
Ayer miraba al cielo y derrapó la suerte,
tendida en un espino hoy tengo la sonrisa
y la melancolía en mis ojos heridos.
Mi soledad te sabe cuidadora de sueños.
Y hay fiebre amontonada en mis labios de nieve.
Y un río de locura crecido hasta la boca.
Y hay un grito dormido sujetando tu nombre,
porque voy a soñarme para verte en el beso.
Esta noche he traído el azul más gastado,
el azul de la infancia para tenerte toda…
Porque esta noche sueño abierta la ventana,
a lo mejor me duerma con ganas de llorarte…
A lo mejor te quedes hasta que vuelva el día,
hasta que ahuyente el miedo por si me duermo a solas,
por si digo tu nombre ya fuera del camino
y me tropiece el pulso quebrado por la izquierda,
y desvelado acaso el sueño quede en blanco…
Te busco en el recreo de una mañana en junio
donde olvidé la clase, ensoñado de pájaros.
Y embriagado de vida te llevaba conmigo,
y al eco de tu nombre callaron las campanas…
El curso del arroyo hacia ti va creciendo…
Por el lado del alma está bebiendo el día.
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