Inmenso el mar; cielo infinito.
Horizonte convergente de los dos .
unas olas, doradas, que acarician
los vaivenes de un bote sin timón.
Petreles que planean en bandada
marcando puntos negros al trasluz.
La escena está descrita en estos trazos;
sólo falta, sacar la conclusión.
Ayer todo me parecía negro;
el mar y el cielo, fundidos en crespón,
negaban a mi nave cualquier puerto,
igual que a un reo frente al paredón.
Se hizo el día; se iluminó el paisaje;
y las nubes se rasgaron en girón.
Los petreles ahora son notarios:
no estoy solo ; junto a mí,
en lo alto, el Sol.
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