Eres el susurro que lame mi
herida,
que engendra de mis labios la tibieza
del abrazo.
Eres el destello
y la sombra encubierta del deseo
La erótica suave y casi inocente
del recuerdo.
Desenfocado,
coronas de impaciencia el placer de la
mirada.
Eres la fortaleza que desde tu seguro
sosiego
inflama de colores mi invierno.
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