El desánimo irreparable.
El eco convertido en polvo,
en recuerdo que rueda como un canto
por la feroz erosión de otro tiempo,
donde el ahora no existe.
Bulle sin aliento
el amargo encuentro de sus risas.
El desprecio hiriente
modeló el afecto y urdió la venganza.
El momento de la superación,
si llega,
viene siempre tarde.
Transformado en arena disuelta.
El miedo que sepulta la resaca
se convierte en castillos de nostalgia.
Solo resta su abandono.
Encubierto por la orilla del
despropósito
la inexorable marea que lo destruye.
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